Se desarrolla en la árida y desolada península de Hook Head del Condado de Wexford. A mediados del siglo XVIII, Loftus Hall pertenecía a un tal Charles Tottenham, un acaudalado terrateniente. Charles pasaba las largas y oscuras noches con otros nobles a los que invitaba a su bella casa para jugar a las cartas, beber coñac y resguardarse del frío invernal.
Una de esas noches, los invitados de Charles acababan de llegar cuando se desencadenó una tormenta tremenda. Habían empezado una partida de cartas cuando oyeron unos golpes en la puerta principal. Pum. Pum. Pum. Charles había mandado a los sirvientes a descansar, así que fue a abrir él mismo. Al abrir la puerta vio a un hombre alto y oscuro de mediana edad calado hasta los huesos. Por su vestimenta, Charles dedujo que era un hombre adinerado, así que le invitó a compartir con sus invitados el calor de la chimenea. El extraño no explicó las circunstancias que le habían llevado a andar por la noche bajo la lluvia; de hecho, ni siquiera dijo su nombre. Por cortesía, Charles le invitó a unirse a la partida de cartas.
El hombre fue ganando mano tras mano, riéndose groseramente después de cada victoria. Las horas pasaron y el hombre fue atesorando gran parte de las riquezas de los nobles que se sentaban a la mesa. Una de las invitadas de Charles tiró una carta a la alfombra. Al agacharse para recogerla, miró de reojo los pies del extraño. En lugar de pies humanos tenía horribles pezuñas hendidas. Al observar la horrorizada reacción de la mujer, el extraño se dio cuenta de que le habían descubierto, así que salió volando a través del tejado de la mansión con un terrorífico grito.
Todavía hoy podemos ver el agujero en el tejado de Loftus Hall. Por mucho que lo intentaron, fue imposible reparar el tremendo agujero que hizo el extraño, por lo que todo el mundo piensa que era el diablo en persona.

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