Es la conocida leyenda de La curva de Torreseca:
Según cuenta esta leyenda en particular, el evento tuvo lugar durante una noche lluviosa: sobre las 11:45 p.m. una pareja de recién casados disfrutaba de su viaje de novios; ambos estaban felices, aunque el muchacho conducía de una manera temeraria y la chica le preguntó:
- ¿No crees que vas muy deprisa?
- ¡No! -dijo él- ¡Vamos, voy a setenta!
- Sí, pero está lloviendo -replicó ella cada vez más inquieta.
- No te preocupes...
Justo después, el coche patinó, se deslizó por la carretera y cayó por el barranco al pie de una curva muy cerrada; los dos murieron en el acto.
Un año después, un hombre que viajaba por la carretera recogió a una muchacha vestida de novia. Él la ofreció su cazadora para que no pasara frío. Al instante, ella dijo: «Gracias; por favor, frene. En esta curva me maté yo». El hombre desvió su mirada hacia ella y frenó en seco: habían desaparecido ella y la cazadora.
Un tiempo después, el hombre se dirigió hacia la tumba de aquella pareja que se mató en la curva y encontró su cazadora encima de la lápida de la tumba de ella.
Desde entonces, cuenta la leyenda que en las noches de lluvia, si vas por la carretera de la curva de Torreseca, es de noche y te encuentras con una mujer vestida de novia haciendo autoestop, debes recogerla. Si no la recoges, tu muerte es segura...
Noche cerrada en la ruta. Paraje desértico, no hay otro auto a la redonda en varios kilómetros. El conductor hace un esfuerzo por mantener la atención en el monótono camino. La oscuridad circundante no ayuda, es noche sin luna, y, salvo por los faros del auto, es poco lo que se puede ver alrededor. De pronto, cuando el sueño está por vencerlo, ve caminando por la ruta a una mujer vestida de blanco. “¡Qué raro!”, piensa. Debe estar perdida. Clava los frenos, y retrocede buscándola. La encuentra. La joven mujer es muy extraña. Completamente de blanco, lleva unvestido de novia rasgado. La mujer le pide al conductor que la lleve. El hombre asiente, intrigado por lo que le podría haber pasado. No parece haber personas vivas en muchos kilómetros a la redonda, mucho menos un casamiento.
A poco de arrancar, se da cuenta de que por suerte que había parado a buscar a la mujer, porque adelante se aproximaba una peligrosa curva, que seguramente él no hubiera visto, con la monotonía del camino, y lo hubiera tomado totalmente desprevenido.
La novia finalmente se sube al vehículo. El hombre razona que la extraña mujer podría ser una loca inofensiva. Ella no responde a sus preguntas, y si lo hace, es con evasivas. El hombre, cansado de preguntarle y no obtener respuesta deja de intentarlo. El silencio reina en el interior del vehículo, por largo rato.
El conductor fija su atención en el camino. De repente, vuelve para mirar a la mujer, que permanecía en completo silencio. Él creyó que se había dormido, finalmente. Pero para su horror y espanto, la mujer ha desaparecido misteriosamente. Otro caso de la autoestopista fantasma.



No hay comentarios:
Publicar un comentario